martes, 20 de noviembre de 2012

Las aves en la literatura clásica ibérica: Las aves en la Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes



            Con el título de “Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento” Miguel de Cervantes publicaba en 1613 doce relatos cortos que había escrito en los años 90 del siglo XVI y en la primera década del XVII. Escribió estas novelas con un trasfondo moralizador, tal y como ya se hacía en Italia desde hacía un tiempo, pero lo más destacable de estas novelas es que, a diferencia de los que se solía hacer en esa época, no eran traducción o adaptación de otras obras externas sino que eran originales, de lo que se jacta el propio autor en el prólogo:

[A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas, todas son traducidas de lenguas extranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas; mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la imprenta.]

            Dado la temática de estas narraciones, las aves aparecen, por lo general, de forma secundaria, en forma de comparaciones, apodos y otros, no obstante, creemos que es de interés transcribir los fragmentos donde aparecen aves, tal y como hemos hecho con otras obras, ya que es una forma de establecer cuales eran las aves más comunes o más apreciadas de la época.

            Una de las más conocidas es la novela de “Rinconete y Cortadillo”, especie de relato picaresco que muestra los estratos más bajos de la sociedad de entonces. En él encontramos tres referencias a aves:

[Quítemenle de delante a ese gesto de por demás, a ese verdugo de inocente, asombrador de palomas duendas.]

            Destacar que al decir palomas duendas se refiere a palomas mansas (del latín domitus), voz que en castellano está en desuso, pero que por ejemplo en asturiano sigue en uso con la forma donda. Por lo tanto, el texto habla de Palomas bravías domésticas.
            Una segunda cita son los nombres de dos pícaros:

[con ella salió Monipodio a ver quién era, y la centinela le dijo cómo al cabo de la calle había asomado el alcalde de la Justicia, y que delante dél venían el Tordillo y el Cernícalo, corchetes neutrales.]

Rinconete y Cortadillo, dos pícaros en acción
           
            Por último, otro nombre, esta vez el de un sastre que aparece en el libro de registros que tenía Monipodio, el jefe del sindicato del crimen de Sevilla, cuyo título era “Memorias de las cuchilladas que se han de dar esta semana”, del sastre dice:

     [Al sastre corcovado que por mal nombre se llama Sirguero, seis palos de mayor cuantía a pedimento de la dama que dejó la gargantilla. Secutor el Desmochado.]

            Sirguero, es una variante antigua de Jilguero (según Corominas, en el Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, 1990), que viene de la voz latina serica: seda, debido a los colores de la especie, que podrían ser comparados con los de las ricas telas de oriente.

            Otra de las novelas que tiene referencias a aves es la de “El licenciado Vidriera”, que cita varios falcónidos cuando éste visita a un gran señor en Valladolid aficionado a la cetrería:

     [Otro día habiendo visto en muchas alcándaras muchos neblíes y azores y otros pájaros de volatería, dijo que la caza de altanería era digna de príncipes y grandes señores.]

Nuestra siguiente parada es “La ilustre fregona” donde  hace mención a la Lechuza, con la particularidad que lo hace en masculino (un hecho que sólo he visto en esta novela):

[Infelice estado de los músicos, murciélagos y lechuzos, siempre sujetos a semejentes lluvias y desmanes.]

También cita a los ánades, cuando se refiere a una canción que entona la protagonista titulada: “Tres ánades madre”. Canción que aparece en el Cancionero de palacio de Juan Arrieta (siglo XV)  con el título Dos ánades madres, que podemos escuchar en www.youtube.com/watch?v=S5yt-WEKtIM, y que dice:

Dos ánades madre
que van por aquí
mal penan a mí.

Aparece otra cita a aves de altanería en “El casamiento engañoso”, que, por cierto, no es una novela, sino una obra de teatro:

[Àndad, Gavilán, o como os llamáis, y decid a Nicolás el Romo, vuestro amo, que no se fie de animales, y que del lobo, un pelo]


[¡Al ladrón, Gavilán! ¡Ea, Gavilán, hijo, al ladrón, al ladrón!]

Por último, un fragmento, de esta misma novela ejemplar, donde habla de las picazas (nombre castellano viejo para la Urraca) como aves que costumbres latronicias:

[Ellos son su hucha, su polilla, sus picazas y sus comadreja, todo lo llegan, todo lo esconden y todo se lo tragan.]

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